Amar Es Encontrar La Felicidad En La Felicidad Del Otro
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Ser feliz es una meta a la que todos queremos llegar, pero tenemos diferentes ideas sobre cómo conseguirla. Es fácil pensar en la felicidad como un resultado, pero aprender a sentirnos bien a pesar de las circunstancias es clave para mantener un estilo de vida saludable.
Es verdad que algunos de los factores que afectan la felicidad pueden estar fuera de nuestro control (como la genética o determinadas circunstancias). Pero siempre hay acciones que podemos tomar a partir de este momento para amplificar nuestros buenos sentimientos.
La psicóloga experta en felicidad Mónica López comenta en una entrevista que le hice lo siguiente: la felicidad consiste en ir tomando día a día pequeñas decisiones, que se traducen en acciones para vivir más feliz.
Según la experta, actuar de forma coherente con nuestro valores y metas personales, nos permite tomar estas pequeñas acciones respecto a nuestra felicidad y, de esta forma tener una combinación de emociones más positivas que negativas.
Sin embargo, el planear y tener objetivos más realistas y alcanzables pueden contribuir a la felicidad de varias maneras. La a investigación científica muestra que el simple hecho de planear estos objetivos genera un sentimiento de positivismo en el día a día, por ejemplo el planear unas vacaciones a futuro 16
En otro estudio se demostró que el estar agradecido o no estarlo, afecta directamente tu percepción de felicidad. Los participantes que escribieron cartas de agradecimiento disminuyeron los síntomas depresivos. 19
En un estudio, se examinaron las radiografías cerebrales de 16 personas antes y después de un curso de ocho semanas de meditación y atención plena. Las partes de los cerebros asociadas con la compasión, la conciencia de sí mismo y la felicidad crecieron, y las partes asociadas con el estrés disminuyeron su tamaño.
Sabemos que la felicidad puede predecir la salud y la longevidad, y las escalas de felicidad se pueden utilizar para medir el progreso social y el éxito de las políticas públicas. Pero la felicidad no es algo que te ocurra. Todo el mundo tiene el poder de hacer pequeños cambios en nuestro comportamiento, nuestro entorno y nuestras relaciones que nos pueden ayudar a establecer un rumbo para una vida más feliz.
Hola.. no tengo palabra como para agradecerte lo bien que me iso sentir leer las 10 acciones que puedo hacer para ser feliz.Me encanta la forma en la que te expresas, me sirvieran muchísimo esto, por que me e dado cuenta que estaba haciendo todo lo contrario donde por el momento la felicidad o esos momentos que te hacen sentir bien era escasas en mi dia a dia. Gracias de corazón te lo digo
Muchas gracias Tania, esta muy interesante tus pasos para mejorar nuetra felicidad. ENTIENDO QUE MUCHO DE ELLO ESTÁ EN NOSOTROS, QUE SOMOS QUIEN ELEGIMOS Y DESIDIMOS COMO SENTIRNOS. Un abrazo desde el valle de Mexicali,,Mexico
Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón...
El principito nos hace tomar conciencia de que existe una diferencia entre amar y saber amar. Algunas veces, necesitamos madurar para entender que amar no es solo una cuestión de sentimientos, sino una decisión comprometida. Implica aceptación del otro, solidaridad y cuidado mutuo. Amor y sabiduría han de caminar de la mano.
En un momento dado, el principito recuerda que su rosa «¡sólo tiene cuatro espinas para defenderse contra el mundo!». Allí comprende cuán vulnerable es, y de que ha hecho mal en abandonarla. Solo cuando nos damos cuenta de que la vida es vulnerable y efímera, entendemos la importancia de amar y hacer presencia, de cuidar al otro cuando lo necesita y de cultivar las relaciones humanas.
Los seres humanos vivimos esforzándonos por encontrar el camino a la felicidad, y pasamos toda nuestra vida trabajando en ello, es un trabajo que inconscientemente hacemos. Desafortunadamente en muchas ocasiones optamos por caminos y veredas equivocadas, provocándonos grandes frustraciones y desacatos.
Con las bienaventuranzas Jesús quiere llevarnos a tener una mente y un corazón despejado y feliz. Es justo lo contrario a las ofertas de felicidad que nos ofrece el mundo. En lugar de ofrecernos cosas y elementos exteriores lo que nos propone es el crecimiento interior, llenar nuestra vida de unos valores que no fallan en el camino de la felicidad.
Las bienaventuranzas nos indican el espíritu que ha de inspirar el cómo llevar y vivir nuestra vida mientras peregrinamos hacia la casa del Padre. Las hemos de escuchar en actitud de conversión personal y comunitaria. Sólo así hemos de caminar hacia la felicidad, tanto personal como también de todos aquellos que nos rodean, convirtiéndonos así en referentes de santidad para los demás.
En conclusión las bienaventuranzas, son un camino para encontrar la santidad y sobre todo para ser felices en la gracia de Dios. En un mundo marcado por la desigualdad y el egoísmo, donde todo lo que no da placer o poder es mal visto, es necesario implantar el espíritu de las bienaventuranzas. Cuando se vive el evangelio con autenticidad y sin miedo, es entonces cuando la felicidad comienza a florecer y se tiene autoridad y credibilidad para mostrar el rostro de Jesús a los hombres y mujeres de hoy.
¿Por qué estoy aquí? ¿Tiene sentido mi vida? ¿Realmente importan las cosas que estoy haciendo? Dios, nuestro amoroso Padre Celestial, quiere que encontremos felicidad y gozo. Él creó un plan para que nosotros creciéramos, viviéramos por fe y regresáramos a vivir con Él algún día. Su plan le da significado y contexto a nuestra vida aquí en la tierra y contesta las grandes preguntas: ¿De dónde vine?, ¿por qué estoy aquí? y ¿qué pasa después que yo muera?
La Biblia enseña, Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda más tenga vida eterna" ( Juan 3:16). Dios envió a Jesús para salvarnos de nuestros pecados. Las enseñanzas de Jesús guían nuestra vida y nos llevan a la felicidad duradera. Su sacrificio nos permite encontrar sentido en la vida y alcanzar nuestro potencial.
Aquí en la tierra, no recordamos haber vivido con Dios. Como resultado, debemos tener fe y aprender a elegir entre el bien y el mal. La vida no es fácil, pero los tiempos difíciles nos permiten apreciar la felicidad y la paz.
Cuando morimos, nuestro espíritu y nuestro cuerpo se separan. Nuestro espíritu va al mundo de los espíritus. Es un lugar de descanso y felicidad para aquellos que han tomado buenas decisiones. También es un lugar donde los espíritus que aún no han recibido el evangelio de Jesucristo aprenden y progresan, o donde aquellos que han rechazado a Jesucristo sufren por sus pecados.
El propósito del plan de Dios es darnos la felicidad eterna. Mientras más entendemos Su plan, más nos damos cuenta de que no podemos regresar a Su presencia por nosotros mismos. Él hizo posible que cada pecado, cada error que cometes durante esta prueba de la vida pudiera desaparecer y ser olvidado por medio de Jesucristo. Esto requiere un arrepentimiento sincero. También requiere el bautismo y recibir el Espíritu Santo y conlleva un esfuerzo continuo para regresar con Dios. Sin embargo, por medio de Jesucristo, que es el centro del plan de Dios, puedes hacerlo.
Desde el siglo XVII la semántica moderna ha intentado perfilar un concepto de felicidad acorde con la emergencia del individualismo de una nueva época que perdía el refugio comunal. A pesar de los intentos de la modernidad por generalizar expectativas de comportamiento para una sociedad feliz (en el utilitarismo, en el marxismo, en el liberalismo), la felicidad se mantuvo obstinadamente en la esfera individual transformándose en su símbolo. La felicidad es una vivencia de alter que no puede ser vivenciada por ego, pues la sociedad -al menos hasta hoy- no ha desarrollado una constelación simbólica significativa para probabilizar la comunicación de la felicidad y de su lado externo, la infelicidad. Esto es lo que hace a la felicidad/infelicidad incomunicables en una sociedad moderna, y afirma a la vez la radicalidad individualidad del individuo en ella.
Las reflexiones siguientes se inician en una doble paradoja: por un lado, se trata de comunicar sobre lo incomunicable, sobre la incomunicabilidad de la felicidad; por otro, la propia escritura comunica que se comunicará sobre lo que no se puede comunicar. Una contradicción performativa, dirían los filósofos del lenguaje. No hay salida; no hay modo de continuar, salvo de este modo. Probablemente haya que callar y reír para comunicar lo incomunicable, pero quién asegura que la risa no es locura, ansia, mofa o diabólica ironía. Sólo el que ríe de felicidad ríe de felicidad, quien lo acompaña, podrá también reír (llorar, gritar, morir) pero por la suya propia, o por otros motivos.
Como los antiguos, podemos, en principio, intentar tratar la paradoja con tautología y suplantar los términos con definiciones, metaforizar la felicidad por ejemplo, por medio del alma, el espíritu, la psique, y permanecer tranquilos hasta que por alguna razón que poco importa la metáfora parezca imprecisa, hasta que la vida nos enseñe un vértice que ella no cubre, y en ese momento comenzar de nuevo el tropo. Mientras, el mundo 'afuera' continúa su curso; ¿y cómo no?, si la tautologización de las paradojas es el camino más fácil para no ver lo que no se quiere ver y, de paso, dejar las cosas como están.
Sucede que cualquier definición es una tautología, y sucede que de tanta tautología, el significado parece hoy disolverse en significante. Ya no se le encuentra a la vuelta de cada esquina: ni en el rincón de la política, donde tan a gusto parecía estar, ni en el de la ciencia, donde huyó luego del desencantamiento, ni en el del sujeto, probablemente porque todos hayan muerto. Quiera el Espíritu Santo que la religión conserve el significado, porque a los hombres simples la única alternativa que les queda para salvarlo de las garras de la metáfora es la felicidad: lo incomunicable, que por incomunicable no se deja metaforizar, sino que vive en sí y para sí misma, sin el doblez de lo que se esconde atrás: "He sospechado alguna vez que la única cosa sin misterio es la felicidad, porque se justifica por sí sola" (Jorge Luis Borges). 2b1af7f3a8